Franciscanas de Ntra.
Sra. del Buen Consejo 
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Carisma Madre Fundadora

Reafirmamos con gozo nuestra vocación a “vivir, sencilla y radicalmente, la vida evangélica”, como nos ha sido manifestada en San Francisco de Asís y en M. Teresa Rodón Asencio.

La M. Fundadora, Teresa Rodón Asencio, comienza sus Constituciones con el siguiente prólogo: Ante todo, las que se reúnan con el fin de consagrarse a Dios en esta Congregación, es preciso que nos revistamos del espíritu de Jesucristo, que es todo caridad; y, después de darle muchas gracias por el beneficio singular de haber sido llamadas a seguirle en su vida de oración y apostolado, es necesario nos penetremos de la sublime misión que esta Congregación tiene por objeto; y, viviendo unánimes en el Señor, no tengamos más que un alma y un corazón en Dios” (CMF 1).

En diferentes textos, Teresa Rodón nos impulsa y anima a vivir la caridad fraterna: “La caridad ha de ser para las religiosas del Buen Consejo, su norma, su guía y su todo”. “Y viviendo unánimes en el Señor, no tengamos más que un alma y un corazón en Dios”. “El distintivo de las Franciscanas del Buen Consejo será caridad y obediencia, obediencia caritativa y fraterna”. “Sean las unas para las otras un estímulo continuo en la caridad, la paz y la alegría, sed ángeles de paz unas con otras”.

Esta forma de vida, según la Regla de los hermanos y hermanas de la Tercera OrdenRegular de San Francisco, “consiste en observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, pobreza y castidad” (R 1). La asumimos como documento inspirador y nos empeñamos, como la misma Regla nos exhorta, en “practicar más y mayores cosas”, siguiendo con generosidad el ejemplo y los consejos de Jesucristo.

Tenemos como Madre y guía en este camino a nuestra Señora del Buen Consejo, a quien M. Teresa llamaba “mi divina Madre, mi divina Maestra” (Or MF). Las palabras y actitudes de María en el Evangelio son fundamento e inspiración esencial de nuestro carisma; en particular: “Haced lo que Él os diga”,   “Que se cumpla en mí tu palabra”, “Y su misericordia se derrama de generación en generación”. Nuestro carisma se define como franciscano y mariano. 

La comunidad es el lugar concreto de nuestro seguimiento de Cristo, que nos ha reunido como hermanas y donde compartimos la fe, proclamamos el Evangelio y ejercitamos el amor, en diálogo fraterno, acogida recíproca y servicio, desde una obediencia caritativa, con sencillez y alegría evangélicas. (cfr CCGG cap. III). Reunidas como comunidad, vivimos y compartimos nuestra misión, llamadas a “llevar los hombres a Dios por medio del amor” (CMF 12), con atención especial a los pobres y más necesitados.