Espiritualidad mariana
María, Madre del Buen Consejo, nos ha sido dada como modelo de peregrinar en la fe; la tenemos como Madre y guía en nuestro camino. Teresa Rodón la llamaba: “mi divina Madre, mi divina Maestra” (Or.MF). Para nosotras, Franciscanas de Ntra. Sra. del Buen Consejo, María es generosa ofrenda de servicio, es poderosa escucha de la Palabra y acogida total del amor del Padre.
La identidad mariana más profunda está en el Evangelio de Jesús. “Eh aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra” (Lc 1,38). La Regla nos dice:”Pongan los ojos, ante todo, en el ejemplo de la bienaventurada Virgen María, Madre de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, siguiendo el mandato de San Francisco que profesó una grandísima devoción a Santa María, Señora y Reina, Virgen hecha Iglesia. Y recuerden que la Inmaculada Virgen María, cuyo ejemplo han de seguir, se llamó a sí misma esclava del Señor.”
En nosotras la raíz mariana pertenece a la vivencia evangélica de María, como existencia en fe total, en humildad, sencillez y pobreza. A ella nos remite Teresa Rodón como existencia humilde de fe, como voluntad de consagrarse en Esposa de Jesús, en un servicio gratuito, generoso y total.
María, Madre del Buen Consejo, es para nosotras modelo de seguimiento y de configuración de la vida a la voluntad de Dios. “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5). Estas palabras nos revelan la confianza de María en su Hijo y su disponibilidad a la obediencia de la fe, convirtiéndolas en ruego, en intercesión y en servicio.
Vivimos la devoción mariana y la difundimos en nuestras tareas y misión.