Oraciones
Somos
conscientes de la dimensión contemplativa de nuestro carisma, por lo que la
oración tiene un lugar privilegiado en la vida personal y comunitaria de las
Franciscanas de Ntra. Sra. del Buen Consejo. Nuestra
M. Fundadora quiso que fuéramos contemplativas con corazón apostólico. “…se
convierten en red salvadora de almas para el Cielo, por cuya conquista no
perdonarán sacrificio ni fatiga, a imitación del Divino Redentor” (CMF
13).
San Francisco de Asís amonesta a sus hermanos: “sobre todas las cosas deben desear el espíritu del Señor y su santa operación y orar siempre con el corazón puro, porque es necesario orar de continuo y sin desfallecer; ya que tales adoradores busca el Padre” (R 9).
La vida de fe se alimenta en la Eucaristía, en la Palabra de Dios, en una relación personal con Jesucristo como Centro y Señor de la historia, que nos permite ver con mirada creyente nuestro mundo y estar atentas a los signos de los tiempos. María es central en nuestra vida orante e ilumina la vivencia gozosa de nuestra consagración.
Señor:
Tú que sabes que
los pensamientos
de los mortales
son inseguros y tímidos;
envíanos por María,
en la cual se encarnó tu Hijo,
el don de tu consejo,
para que nos haga conocer
lo que te agrada
y nos dirija en nuestros trabajos.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
¡Señor Jesús!
Que hiciste a tu sierva María Teresa
participante de la caridad ardiente de las ternuras
de tu Corazón, haciéndola sentir hondamente la virtud
de tus palabras: “Todo lo que hiciereis por uno de mis
pequeños, por Mí lo hicisteis”.
Te suplicamos aumentes el número y fervor de sus hijas, fieles continuadoras de su obra, y que todos seamos verdaderos apóstoles de tu Sagrado Corazón y de la santísima Virgen.
Dígnate, asimismo, otorgarnos la gracia especial que ahora te pedimos… para que algún día sea tu sierva glorificada en la tierra, si así fuere tu divina voluntad. Amén.
Te adoramos Santísimo Señor Jesucristo,
aquí y en todas las iglesias que hay en todo el mundo
y te bendecimos, pues por tu santa cruz
redimiste al mundo.
¡Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblasde mi corazón,
Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
Sentido y conocimiento, Señor,
Para que cumpla tu santo y veraz mandamiento
¡Señor!
Haz de mí un instrumento de Paz
Que allí donde haya odio, ponga yo Amor
Donde haya ofensa, ponga yo Perdón
Donde haya discordia, ponga Unión
Donde hay error, ponga Verdad
Donde hay duda, que yo ponga Fe
Donde hay desesperación, ponga Esperanza
Donde hay tinieblas, ponga vuestra Luz
Donde hay tristeza, ponga yo Alegría.
¡Oh Maestro!
Que no me empeñe tanto
en ser consolado como en consolar,
en ser comprendido como en comprender a los demás,
en ser amado como en amar.
Porque dando, se recibe,
olvidando, se encuentra,
perdonando, se es perdonado
y muriendo, se resucita a la vida eterna.