La comunicación institucional como dimensión esencial de la misión evangelizadora. En el contexto actual, la comunicación institucional en nuestra congregación religiosa no puede entenderse como un elemento accesorio ni meramente instrumental. La Iglesia reconoce desde hace décadas que la comunicación forma parte de su misión evangelizadora y de su vocación a generar comunión, diálogo y …
La comunicación institucional como dimensión esencial de la misión evangelizadora.
En el contexto actual, la comunicación institucional en nuestra congregación religiosa no puede entenderse como un elemento accesorio ni meramente instrumental. La Iglesia reconoce desde hace décadas que la comunicación forma parte de su misión evangelizadora y de su vocación a generar comunión, diálogo y encuentro. Comunicar es, por tanto, una manera concreta de servir la misión, de hacer visible el carisma y de fortalecer el vínculo con la sociedad a la que se dirige nuestra acción educativa y social.
En un entorno marcado por la transformación digital, la sobreinformación y la polarización, esta responsabilidad adquiere una relevancia especial para congregaciones como la nuestra, Franciscanas de Nuestra Señora del Buen Consejo, que desarrolla su labor en ámbitos como la educación, la atención a personas mayores y el acompañamiento de comunidades diversas.
Escuchar para comunicar: María, Madre del Buen Consejo

La comunicación que sirve a la misión nace de la escucha. El magisterio reciente presenta a María como la Virgen de la escucha, aquella que acoge la Palabra, la medita y responde con discernimiento y disponibilidad. Para una congregación que la reconoce como Madre del Buen Consejo, este estilo se convierte en un referente institucional.
Escuchar antes de hablar implica atender a Dios, a la realidad social y a las personas concretas que forman parte de nuestros centros: alumnado, familias, residentes, profesionales y equipos directivos. Desde esta clave, la comunicación institucional no responde a impulsos ni a lógicas reactivas, sino que se orienta a acompañar y generar confianza. En el horizonte de una Iglesia sinodal, comunicar es también caminar juntos, dialogar y servir con humildad.
El carisma franciscano como criterio comunicativo

El carisma franciscano aporta criterios claros para una comunicación coherente con la identidad congregacional. San Francisco de Asís, desde la sencillez evangélica, mostró que la comunicación más creíble es la que se sostiene en la vida y en el testimonio.
Aplicado a la comunicación institucional, este estilo se concreta en un lenguaje claro y veraz, una actitud de proximidad y respeto, y una coherencia entre lo que se comunica y lo que se vive en la práctica educativa, pastoral y asistencial. No se trata solo de transmitir información, sino de reflejar un modo de estar en el mundo basado en la fraternidad, el servicio y la atención a los más vulnerables.
Comunicar para fortalecer la misión y construir comunidad

La misión comunicativa de nuestra congregación hoy implica varios compromisos fundamentales. Comunicar es cuidar la misión, haciendo visible el carisma en la vida cotidiana de colegios, residencias y obras sociales. Comunicar es también tejer comunidad, favoreciendo la implicación y el sentido de pertenencia de quienes forman parte de los proyectos educativos y asistenciales.
Asimismo, la comunicación institucional es una forma de rendición de cuentas, que promueve la transparencia en el uso de los recursos, en las opciones pedagógicas y en los proyectos pastorales y sociales. En el ámbito digital, supone una presencia responsable, ética y centrada en la persona, capaz de generar vínculos auténticos y cultura del encuentro.
Desde el Equipo de Titularidad, impulsar una comunicación alineada con estos principios no es una tarea secundaria. Es una expresión concreta de la misión confiada a las Franciscanas de Nuestra Señora del Buen Consejo: anunciar el Evangelio hoy, con un lenguaje comprensible, institucionalmente coherente y profundamente humano
En este marco, es justo poner en valor el trabajo constante y, en muchas ocasiones, silencioso de las personas responsables de la comunicación en nuestras casas. Gracias a su dedicación diaria en la gestión de las webs, las redes sociales y los distintos canales institucionales, el carisma del Buen Consejo se hace visible y cercano en lo cotidiano. Su labor no se limita a publicar contenidos: es escucha, cuidado del detalle, respeto por las personas y fidelidad a la identidad congregacional. A travé de este servicio, la comunicación se convierte también en misión compartida, sosteniendo la presencia de la Congregación en la vida social y digital con un estilo coherente, humano y evangélico.







