Creciendo en la misión
Tras el noviciado, la joven profesa los votos temporales, asumiendo públicamente su compromiso de vivir casta, pobre y obediente por un período de un año que irá renovando anualmente. Este es un momento de gran alegría y compromiso, donde se inicia una participación más plena en la misión de la Congregación.
El juniorado es una etapa de crecimiento y maduración en la vida religiosa y apostólica. Las junioras, ya con votos temporales, se insertan en las diferentes comunidades, participando activamente en la misión y continuando su formación teológica y profesional. Este período se realiza en las distintas casas de la Congregación, ofreciendo una rica experiencia de vida comunitaria y servicio. Durante este periodo, profundizan en nuestra espiritualidad y en la misión apostólica, preparándose para asumir los desafíos de la vida religiosa en una sociedad cambiante y diversa.
A lo largo de esta etapa, las junioras consolidan su discernimiento vocacional, fortalecen su identidad como religiosas y se comprometen de manera más activa en el servicio a los demás. Es un tiempo de maduración personal y comunitaria, marcado por la participación en proyectos apostólicos y pastorales que reflejan el amor de Cristo a los más necesitados. Todo este proceso tiene como objetivo prepararlas para asumir, con plena libertad y convicción, el compromiso definitivo de entrega a Dios y a la comunidad mediante la profesión perpetua.
Profesión PERPETUA
Al final del juniorado, la joven profesa los votos perpetuos, entregando su vida a Dios de forma definitiva en la Congregación. Es un momento de profunda alegría y compromiso, donde se sella la unión con Cristo y con la familia FBC.
¿Quieres vivir tu fe en acción, sirviendo a los demás? ¡El juniorado te ofrece la oportunidad!
