Frente al vértigo de las compras y las luces efímeras, redescubramos la hondura humana y divina de prepararse para acoger la Vida. 1 DE DICIEMBRE El calendario marca el inicio de un nuevo mes, pero nuestras calles llevan semanas gritándonos que ya es Navidad. Los escaparates brillan, las ofertas se acumulan en nuestros teléfonos y …
| Frente al vértigo de las compras y las luces efímeras, redescubramos la hondura humana y divina de prepararse para acoger la Vida. |
1 DE DICIEMBRE
El calendario marca el inicio de un nuevo mes, pero nuestras calles llevan semanas gritándonos que ya es Navidad. Los escaparates brillan, las ofertas se acumulan en nuestros teléfonos y una sensación de urgencia parece apoderarse del ambiente: comprar, cerrar el año, organizar cenas, tenerlo todo listo.
Sin embargo, hoy, desde el Equipo de Titularidad, queremos invitaros e invitarnos a hacer un gesto contracultural y profundamente revolucionario: ¡detenernos!. Ayer comenzamos el Adviento. En la tradición cristiana, este no es un tiempo de cuenta atrás para el consumo, sino un tiempo de gestación. Y como todo lo que es verdaderamente humano y vital, la gestación no se puede acelerar a golpe de clic. Requiere tiempo, silencio y cuidado.
El ser humano: un buscador de sentido

Antropológicamente, los seres humanos somos seres de deseos. Sentimos vacíos que buscamos llenar constantemente. La sociedad de consumo nos promete que ese vacío se llenará con el último regalo, con la mejor decoración o con la experiencia más exclusiva. Pero sabemos, en lo hondo de nuestro corazón, que esa satisfacción es efímera.
El Adviento nos recuerda nuestra verdad más profunda: estamos hechos para algo más grande. El «Dios con nosotros» no viene a llenar nuestros armarios, sino a habitar nuestros vacíos existenciales.
Como nos enseñó San Francisco de Asís, quien quiso «ver con sus propios ojos» la pobreza y la sencillez del Niño en Greccio, la verdadera alegría no está en la acumulación, sino en el desprendimiento que nos permite reconocer el milagro de la vida en lo pequeño.
Dice Facundo Cabral en su canción, Vida Sencilla: “Dios ha puesto la dicha en lo simple y ese es el camino de la felicidad”.
Descalzarse ante el misterio
En este tiempo, propongámonos cambiar la lógica del tener por la lógica del ser. Que este Adviento 2025 sea una oportunidad para:
- Hacer silencio: Dios habla en el susurro, no en el estruendo.
- Mirar al otro: Preguntar «¿Cómo estás?» y esperar la respuesta con paciencia.
- Simplificar: La austeridad no es tristeza, es la libertad de quien no necesita muletas para caminar.
Bajo la mirada del Buen Consejo
María, Nuestra Madre del Buen Consejo, vivió el primer Adviento de la historia. Ella no tenía luces de neón ni grandes banquetes. Tenía incertidumbre, pero también una confianza inquebrantable y un «Sí» disponible.
No dejemos que nos roben el Adviento. No permitamos que la Navidad nos llegue «ya hecha» desde fuera. Construyámosla desde dentro, desde el corazón, donde Dios quiere nacer de nuevo.
¡Feliz y profundo camino de Adviento a toda la familia de las Franciscanas del Buen Consejo!








